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ISSN 1989-4163

NUMERO 123 - MAYO 2021

 

ERTE - Engañoso Refugio de la Tramposa Estadística

Joaquín Lloréns

Ha pasado más de un año desde que la COVID nos hizo descubrir un nuevo “palabro”: ERTE. A más de 900.000 españoles nos pilló a contrapié. Más de treinta años trabajando y cotizando como un buen galeote y, de pronto: ¡quédate en casa! Olvídate de tu sueldo, de tus responsabilidades y date vueltas durante horas y horas en la escasa superficie de tu casa. Tras los dos primeros meses de confinamiento absoluto, con las gaviotas pastando a su gusto por las arterias principales de las ciudades, nos encontramos en una situación absolutamente novedosa. De un día para otro, y con un inesperado adelanto sobre la anhelada jubilación, los ertados nos vimos dueños de nuestro tiempo sin preaviso. El Gobierno anuncia que te van a dar una paga –escasa, pero sorpresiva; menos de la mitad de tu sueldo, pero asombrosa para quien jamás cobró subvención alguna– sin necesidad de ningún requisito más que el de que tu empresa ha descubierto que no eres imprescindible en absoluto. (Lo sabían ellos y lo sabías tú, pero un virús hace que lo implícito se convierta en hecho).

Y van pasando los meses… Sigues en un limbo laboral y social para el que no hay precedentes. Te dicen que si te llaman de tu empresa, al día siguiente te tienes que presentar allí para ponerte a remar de nuevo sin entrenar ahora que se te han quitado los callos de las yemas. Y así te mantienen en un limbo, en el que no te atreves a viajar –aparte las complicaciones en sí mismas de salir de tu país– por si tu empleador te llama de pronto y como no acudas al día siguiente aproveche para despedirte alegando que no te has presentado. Y no es por maldad. Ni el Gobierno sabe qué hacer –hoy guantes sin mascarillas. Mañana mascarillas sin guantes. Pasado no te verás con nadie que no sea conviviente. Al otro pueden abrir hoteles y acudir los turistas como si no pasara nada. Otro después cerrar hoteles y bares. Al siguiente, puedes acudir a los bares, pero solo las terrazas. Más tarde, no puedes fumar por la calle, si estás caminando–.  Finalmente nadie sabe qué diantres puede hacer, ni porqué. Un auténtico sinsentido que varía cada quince días.

Y mientras tanto, el Gobierno con su mantra que le sirve para esquivar su ineficacia y la quiebra a medio plazo de la sociedad: “Lo primero son las personas”. Y ya está.

Entretanto, las estadísticas –aparte el CIS, que ya es como el hijo tonto que uno tiene y al que prefiere no hacer caso cuando da uno de sus absurdos datos– siguen arrojando su realidad sobre el país sin que nadie parezca darse cuenta de la hecatombe que van anunciando. En el segundo trimestre de 2020 1.074.000 españoles pasaron a ingresar en el paro. Una cifra que en cualquier otro momento hubiera provocado el derrumbe del gobierno y quizás incluso del sistema democrático. Por si fuera poco, otros 900.000 se mantienen en ese país de nadie llamado ERTE, que no cuentan a efectos estadistícos como lo que son: la antesala del ERE que no es otra cosa que un despido, pero con una rebaja sustancial de las indemnizaciones.

Y tiene gracia que en las estadísticas del paro no aparezcan ese millón de personas en ERTE. Las maravillas del Engañoso Refugio de Tramposa Estadística. Se supone que ese millón de personas que seguimos en ese limbo laboral seguimos trabajando. ¿Cómo es eso? Parte del truco para ese engaño estriba en que la empresa sigue cotizando por ti como si siguieras trabajando para ella aunque no lo haces. De hecho, prácticamente para exactamente a la Seguridad Social lo que tu cobras de ella. Negocio ruinoso para la empresa, aunque menos si además tuviera que pagarte el sueldo. Pero lo más sorprendente, y a lo que los medios no dan pábulo a pesar de lo escandaloso que es, es que a partir del 1 de octubre pasado –hace ya más de medio año–, el Gobierno deció seguir cobrando la Seguridad Social de esos trabajadores en ERTE a las empresas, pero en una decisión de auténtico trilero playero, decidió ir descontando ese período del PARO a los trabajadores en ERTE. Negocio digno de los capitalistas más extremos: a las empresas les cobro la Seguridad Social que me permite publicitar que pago un ERTE a los trabajadores. Por otro lado, les ROBO a los trabajadores el período de paro. Es pasmoso. De un tiro cobran de la empresa y al mismo tiempo les recorto a los trabajadores el paro al que tenían derecho por haber cotizado por ello. ¡Y apenas nadie habla de ese recorte sin precedentes en la historia de la democracia de los derechos de los trabajadores! ¿Dónde están los Sindicatos? Yo os lo digo: de mariscadas como siempre. Mientras ellos sigan viviendo como visires sin echar un palo al agua, ya les va bien.

Y esa es la situación: las personas en ERTE están en el paro a todos los efectos, pero el CIS y el Gobierno no los incluyen en las estadísticas. No se puede tener cara más dura.

Y ahora viene la magia. Nuestro apreciado Gobierno, con los 70.000 millones de euros que ¡Europa nos da! Se las dan de grandes estadistas para decir que se van a crear 840.000 puestos de trabajo de aquí al 2024. Conociendo a nuestros políticos, encima serán los pringados del ERTE que volverán a trabajar y que, de la noche a la mañana, resultará que cuando vuelvan a trabajar resultará que sí estaban en paro; como lo están de hecho. Y yo, que no soy ningún estadista os hago una propuesta matemática que merecería que me elevara a primer ministro: en España el sueldo bruto medio anual es de 27.537€. Es decir, que dedicando a la gente a contar los gorriones que hay en los parques y pagándoles 30.000€ al año, con esos 70.000€ que nos regala Europa me daría para contratar 2.333.333 personas. Es decir, tres veces más de lo que pretende conseguir el Gobierno. ¡Manda carajo! Y todavía se tirán medallas. ¡Para mear y no echar gota! ¿Cuántos miles de millones se van a quedar en el bolsillo de nuestros políticos por el camino? Votad, votad y comprad vaselina a kilos para seguir disfrutando de nuestros partidos políticos.

 

 


 

 

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